Un aniversario muy especial

  • 18 enero 2018

Este fin de semana «celebré» 8 años de una fecha que procuro celebrar cada año. Un evento que marcó un antes y un después, y del que sigo aprendiendo. Cada año suelo hacer una pequeña reflexión al respecto, y este año no iba a ser menos: mi accidente 🙂

A priori es posible que no parezca motivo de celebración, pero os aseguro que sí… seguid leyendo 🙂

Como os decía, he aprendido muchísimo de todo lo que pasó, y la verdad es que me sigue despertando nuevas reflexiones, y el sábado, que es cuando se cumplían los 8 años, me di cuenta de una cosa: creo que nada de lo que pasó fue «habitual», y si así hubiera sido, no estaría donde estoy.

No quiero dar la impresión de ser rebelde sin causa, porque nada más lejos de la realidad, pero tampoco soy de las de aceptar las cosas porque sí, y en este caso, doy mil gracias por ello.

El accidente es lo de menos, pero para el que no conozca los detalles, aquí tenéis los enlaces para la historia completa. Son dos de los primeros blogs que escribí hace ya más de dos años, con fotos y todo :).. primera parte y segunda parte

Por si os da pereza, resumiendo, se me cayeron más de 600 kilos encima de la pierna derecha. Mal pronóstico. Lesión complicada, poco habitual.

Eso sí, y ahora viene lo bueno:

  • Estuve rodeada de personas, sin duda poco habituales, que no perdieron ni la calma ni la esperanza cuando nada pintaba bien…
  • Nos recomendaron un cirujano, desde luego, poco habitual. Muy bueno sin duda, y consciente de las limitaciones de su parte del trabajo. Era consciente, y así lo dijo, que una vez hecho su trabajo (muy bien hecho sin duda), el resto dependía de mi cuerpo. Eso abrió un espacio vital que yo necesitaba… mi filosofía, mi cabeza y la fuerza que yo sabía que tenía dentro… mi responsabilidad… me tenía que hacer cargo.
  • El pronóstico, según las resonancias etc… no era bueno. Me han llegado confesiones años después de que no sería posible que yo volviera a andar sin bastón, ayuda o algo… lo habitual habría sido que me lo dijeran, y con eso, sin quererlo, limitarme. Hoy en día ando sin molestias y trabajo sin limitaciones… alguno lo llamaría un milagro. Como habría dicho mi padre, el milagro lo tenemos dentro y no podría estar más de acuerdo 🙂
  • La rehabilitación, e incluyo el equipo y resto de pacientes que se rehabilitaban conmigo… un grupo de personas que, desde luego poco habituales, daban fuerzas todos los días para seguir. Un año entero trabajando duro no solo por volver a andar, sino por volver a andar bien, que es un matiz importante. Ninguno nos conformábamos con el mínimo… y se hacía lo que hiciera falta, y sobre todo, con todo el humor que se podía. Hoy comparto algo que hasta ahora solo había compartido con gente muy cercana a mí, pero la verdad es que creo que se merece ser compartido: un audio de algo que sin duda supone convertir algo malo en algo bueno…. la rehabilitación no era todo risas. Había momentos de mucho dolor y grandes objetivos. Me habían dado un plazo para llegar a flexionar la rodilla 90 grados y pretendía cumplirlo. Eso suponía forzar y romper adherencias… en resumen: mucho dolor. La fisio, con lágrimas en los ojos, hacía lo que sabía que tenía que hacer, y yo, lo que buenamente podía… mis compañeros de experiencia convirtieron mis gritos en un buen recuerdo… durante meses, sin yo saberlo, grabaron mis gritos y escuchad lo que hicieron con ellos… por cierto, ese grupo de pacientes y yo seguimos en contacto. El equipo paralímpico nos llamaban…
  • Soy autónomo y de no haber contado con un equipo poco habitual, podría haberme quedado sin trabajo. Sin inversión, sin sueño…. sin nada. La consulta siguió adelante por la gente, desde luego, poco común… mil gracias Maite.
  • Estudié en una universidad, sin duda, poco habitual. Un entorno muy especial que me permitió crear relaciones increíbles con mentores. Hasta tal punto, que cuando uno de ellos se enteró del accidente, dejó a su mujer, sus tres hijos, y su trabajo en la universidad (Atlanta) y se vino los meses que hiciera falta a San Sebastián para cubrirme en la consulta y permitir que la consulta funcionara hasta que yo me recuperara.
  • Mi trabajo lo considero poco común. No me acuerdo lo que estuve de baja exactamente. 3 semanas de hospital, eso seguro, y si no recuerdo mal, 2 ó 3 más en casa, pero en cuanto pude, en silla de ruedas, empecé a ir a la consulta. En parte, cierto, porque es mi negocio, y al ser autónomo te pide estar allí… pero creo que lo más importante es que para mí va mucho más allá de ser un trabajo o un negocio… es mi porqué 🙂 y como dijo Nietzsche… «Aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los cómo».
  • Y por último, pero desde luego, no menos importante, amigos, familiares y todos los que durante unos cuantos meses me sacaban a pasear en mi super silla 🙂 Gente así te hace lo difícil mucho más fácil. Me sacaron a pasearon e hicieron literalmente de todo por mí, porque mi limitación física durante un período largo, fue grande… me guardo los detalles, pero os digo que tengo amigos que valen su peso en oro 🙂

 

Este artículo está escrito para recordarme y recordaros a todos que lo único que he tenido yo diferente a los demás es una gran oportunidad: estar expuesta a una visión de la vida, un paradigma distinto, diferente… y ¡¡eso me ha dado el mayor regalo!! No me vale lo de todo el mundo, la media ni las estadísticas… que alguien diga lo que va a pasar cuando realmente nadie lo sabe… me vale más fiarme de lo que mi cuerpo es capaz, sin limitaciones, sin interferencias. Si eso no es un regalo, no sé qué puede serlo 🙂

Es la razón por la que escribo el blog y por la que tengo la consulta. Por poder compartir ese mensaje y poder daros lo que se me ha dado a mí.

Seguiremos 🙂

Ana

P.D. Y cómo no, este artículo se lo dedico a Jon Ander e Iñaki… que no son los únicos que tanto me dieron aquel año, pero sí me dieron mucho (y ellos ya saben el qué) 🙂 ¡Mil gracias! Yo no lo olvido y ¡¡sé que ellos tampoco!! 😉

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