¿Te atreves a abrir los armarios?

  • 7 diciembre 2018

Todos tenemos miles de armarios en casa con miles de cosas. En invierno guardamos lo de verano, en verano… lo de invierno. Hay armarios para la cocina, para el salón, para la ropa, y para todas esas cosas que no sabemos donde meter y que en el fondo bien sabemos que no necesitamos.

Guardamos aunque no usemos, y en vez de tirar o donar, ocupan espacio, acumulan polvo…

Y eso nos pasa con las cosas… pero hay un tipo de armario mucho más importante. Un armario que todos tenemos en el que metemos algo mucho más importante: sentimientos, sensaciones, experiencias y aprendizaje. Ahí acaban sentimientos que nos da miedo ver, sensaciones a las que no queremos hacer caso y grandes lecciones que muchas veces olvidamos con el tiempo.

Diría que es el armario más importante. Lo llevamos a cuestas cada día. Se ha ido llenando desde que nacimos (algunos hasta nacimos con el armario un poco lleno de creencias heredadas), y como los armarios de cosas, si no hacemos «limpieza» de vez en cuando, acabamos por olvidar, no aprender, repetir y un larguísimo etc…

Creo que hay dos tipos de cosas que se nos acumulan en el armario

La primera tienen más que ver con sentimientos, emociones y sensaciones que «hacemos como que no están». Las guardamos adrede porque da miedo reconocer que se tiene miedo: miedo a no ser suficiente, a que no nos quieran, a no estar a la altura… son sensaciones que tenemos prácticamente todos y de las que no hablamos porque cada uno las guardamos en nuestro armario. Consciente o inconscientemente evitamos sentirnos vulnerables, exponernos, creyendo que guardando todo eso en el armario nos va a evitar un sufrimiento. ¿Te has abierto a alguien alguna vez? ¿Has compartido, de corazón, con alguien, lo que sientes? la vulnerabilidad de corazón no hace más que unir a las personas, permite a los demás que abran su armario y nos conecta. ¿Da miedo abrir el armario? Pues si, pero la otra ropción no es ninguna maravilla tampoco… el polvo se acumula en forma de resentimiento, frustración, y por cierto, si algo tienen los armarios, es que por mucho que cierres la puerta y no lo veas, las cosas siguen ahí dentro.

La segunda tiene más que ver con esos momentos tan vitales en la vida en los que se nos brinda la oportunidad de aprender. Experiencias vitales podéis llamarles. La muerte de un familiar, la pérdida de un trabajo, un divorcio, un grave problema de salud y un larguísimo etc… Muchas de estas situaciones nos brindan momentos de gran claridad. Se nos reorganizan las prioridades, descubrimos de verdad qué es lo que nos importa en la vida… ¿Y qué pasa con el tiempo? Que sin darnos cuenta, casi siempre inconscientemente, ese aprendizaje acaba en el armario. Volvemos a los hábitos y paranoias mentales de antes. ¿Por qué? Porque esas experiencias solas no valen… algo más tiene que cambiar… tú y cómo vives, cómo actúas, cómo reaccionas… disfrutar de la vida cada día, pasar más tiempo con los que queremos, dedicarnos a lo que realmente nos gusta, vivir cada momento como si fuera el último, valorar a las personas por lo que son, decir lo que llevamos dentro… Aún y todo, estas  experiencias pueden acabar en el armario, como las otras.

¿Ahora qué?

Ahora nos toca mirar al armario (es decir, hacia dentro), y ver si somos capaces de abrir la puerta y rescatar, reciclar, reutilizar esas experiencias y emociones. Las buenas y las malas: ¡todas!

Buena noticia: la llave la tienes solo tú 🙂

Un abrazo enorme de corazón a corazón y aprovecho para desearos a todos muy Felices Fiestas 🙂

Ana

About This Author

Al terminar mi cuarto año de medicina tuve mi primer contacto con la quiropráctica, y al profundizar en su conocimiento encontré un nuevo sentido a todo.

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