Vivimos tiempos revueltos

  • 23 marzo 2016

Que razón y que difícil es aquello que nos decía Gandhi…

Sé el cambio que quieres ver en el mundo

 

Con situaciones tan trágicas a las que nos enfrentamos casi todos los días, incluyendo la tragedia de Bruselas de ayer, nos surge la oportunidad  y el gran reto de convertirnos en aquello que queremos ser.

 

El mundo está revuelto… mueren personas diariamente de hambre, de falta de agua potable y de enfermedades que con un mínimo de cuidado al cuerpo y de cumplir sus necesidades no suponen peligro alguno para los que sí tenemos esas necesidades básicas cubiertas.

 

Mueren también personas en accidentes por errores humanos. Tráfico, accidentes laborales y otras tantas causas que a priori parecen evitables.

 

Mueren también muchísimas personas en nombre de las múltiples creencias y religiones que existen en el mundo. Situaciones como las de ayer de Bélgica que nos vuelven a recordar nuestra fragilidad y vulnerabilidad, y lo que la mente es capaz de hacer: justificar (en sus mentes) que lo que han hecho es necesario y justificable.

 

Al final nos encontramos con la injusticia, el dolor, la rabia y el rechazo a aquello con lo que no estamos de acuerdo. La pena por el sufrimiento que se genera, la incertidumbre de hacia dónde vamos como sociedad y el dolor que genera todo este sinsentido.

 

Mi reflexión de hoy: si tenemos en cuenta lo que Gandhi tan sabiamente compartía con nosotros… ¿qué podemos hacer nosotros?

 

Yo desde luego quiero un mundo:

  • basado en el amor y la gratitud
  • centrado más en dar que en recibir
  • comprensivo con los diferentes puntos de vista
  • capaz de apreciar lo que sí va bien y no caer en todo lo que va mal
  • centrado más en las personas que en las cosas
  • en el que vivimos más desde dentro que buscando fuera las gratificaciones
  • y un largo etc…

Si eso es lo que quiero ver… ¿no tendría que empezar por crear esas situaciones a mi alrededor?

 

Supone

  • No caer en el victimismo cuando estamos mal.
  • Dejar de quejarnos por todo lo que hacen mal los demás.
  • Intentar ayudar a los que tenemos a nuestro alrededor desde nuestra abundancia sin esperar a que los gobiernos hagan lo que les pedimos.
  • Dejar de criticar las injusticias y pararnos a pensar que tal vez nosotros, en distinta medida, estamos siendo también injustos.
  • Centrarnos en la parte buena que todo el mundo tiene sin juzgarles y catalogarles como “malas personas”.
  • No seguir buscando gratificaciones superfluas y que poco duran como las compras que hacemos, el dinero que ganamos, nuestra imagen.
  • Tener la fortaleza de no intentar evitar el sufrimiento que tanto nos enseña: simplemente parar, observarlo sin intentar eliminarlo, y ser capaces de experimentar todas las emociones que la vida nos trae en cada momento, como la tristeza, la ira, la frustración e incertidumbre, y no tener que actuar para evitarlas.
  • Hacer el pequeño ejercicio de gratitud que os sugería en un post anterior: cada mañana, ser capaz de dar gracias por 3 cosas que nos van bien… 3 cosas diferentes cada día ,teniendo en cuenta que nuestra cabeza filtra nuestra realidad en función de creencias y pensamientos, centrarnos en lo que sí va bien y sentir gratitud nos ayuda a ver nuestra vida mejor…
  • Dejar de echar balones fuera y exigir a gobiernos, familiares, amigos o vecinos lo que nosotros no somos capaces de hacer. ¿Estamos dispuestos a responsabilizarnos por la parte que nos toca?

 

La situación de los refugiados, los ataque de ayer de Bruselas y las desigualdades en este mundo me recuerdan cada día que en el corazón de todas estas situaciones hay personas igualitas a nosotros… con sus creencias, valores y alma, o eso espero… y que no podemos esperar cambiar el mundo y evitar los conflictos si ni siquiera somos capaces de arreglar nuestros conflictos cotidianos con los que nos rodean…

 

Ayer pensando en los terroristas me di cuenta de una cosa: todos, de una manera o de otra, y muchas veces sin querer, hemos hecho daño a alguien. Pararos a pensar en una de esas situaciones en las que sin darnos cuenta hemos generado dolor… el dolor suele ser mutuo, ¿verdad? La sensación de culpa y tristeza que se nos queda no suele ser nada agradable. Me paro a pensar en esta gente que es capaz de causar tanto dolor y aunque sea por creencias y justificado en su mente, me pregunto si hay una parte de ellos, que aunque muy pequeñita, no siente dolor y un poco de remordimiento.

 

Espero, de corazón, que sí…

 

P.D. y recordad, vivimos tiempos revueltos, pero como en la imagen del blog del mar, siempre hay calma por debajo… a ver si la vemos dentro de nosotros mismos 🙂

About This Author

Al terminar mi cuarto año de medicina tuve mi primer contacto con la quiropráctica, y al profundizar en su conocimiento encontré un nuevo sentido a todo.

Comments are closed