El monje y el guerrero

  • 11 octubre 2018

No hace mucho se me ocurrió una analogía para explicar un proceso que nos ocurre a todos dentro del cuerpo. Seamos consciente o no, todos tenemos una parte que lucha (el guerrero) y otra que nos invita a la reflexión, al reposo (el monje). En fisiología se llaman el simpático y el parasimpático. Tenemos las dos, necesitamos las dos, y si todo funciona como debe, ocurren cuando hacen falta y en su medida adecuada. Por cierto, de eso, de su relación con el estrés y de cómo sobrellevarlo hablaremos en una charla que daremos en la consulta el 24 de Octubre (para los que andáis cerca de San Sebastián) ( si os interesa, aquí tenéis el link para apuntaros)

Hoy quiero usar esa misma analogía para nuestra vida pero para una parte un poco más consciente… para esa parte de la vida que se supone hacemos más conscientemente: nuestro trabajo, nuestras relaciones, los proyectos etc…

Partimos de la base de que todos tenemos esas dos partes. De manera natural, unos tenemos el guerrero más desarrollado y otros el monje, eso sin duda, pero como con los procesos más viscerales y corporales, necesitamos los dos, y necesitamos que los dos funcionen adecuadamente 🙂

¿Para qué sirve cada uno?

El monje es el reflexivo, el que piensa, el que razona… estudia, identifica, aprende. Nos ayuda a relajarnos, y sin duda lo necesitamos para sobrevivir en el siglo XXI.

El guerrero es el que actúa, el que nos protege, nos defiende, y como decíamos, pasa a la acción. No se deja amedrentar por el miedo, y tira para adelante. Sin duda, también lo necesitamos hoy en día.

Creo sinceramente que el equilibrio es complicado, y probablemente hasta imposible. Lo que sí creo es que hay épocas en las que el guerrero predomina: grandes proyectos, situaciones familiares complicadas, organizar una mudanza… debemos actuar y punto…en otras épocas, el monje predomina: podemos relajarnos, vivir, bajar el ritmo…

¿Cuál es la clave?

Como casi siempre, mirar un poquito hacia adentro y descubrir quiénes somos, qué tendencia tenemos, y permitir que los dos lados se expresen… ¿no dejamos que el monje nos ayude? tal vez tengamos que hacerle un pequeño hueco… ¿el miedo y la cabeza nos impiden sacar la fuerza que os aseguro tiene vuestro guerrero? A veces, como bien sabéis, no queda otra y tiene que salir… a veces solo hay que pensar menos y hacer.

Son situaciones que solo cada uno podréis identificar. ¿Qué tal si no llegamos al extremo antes de conocernos un poquito? ¿Qué tal si empezamos a llamar a nuestro guerrero o nuestro monje en cuanto sentimos que nos hace falta?

A mí me funciona 🙂 Espero que a vosotros también. Como todo, requiere su práctica, pero sin duda merece la pena. Los dos conviven, son dos caras de la misma moneda… al fin y al cabo, son parte de vosotros 🙂

Por hoy, os dejo 🙂

Un abrazo de corazón a corazón

Ana

About This Author

Al terminar mi cuarto año de medicina tuve mi primer contacto con la quiropráctica, y al profundizar en su conocimiento encontré un nuevo sentido a todo.

Comments are closed