No tengo ni duda de que las redes sociales funcionan. Nos ayudan a transmitir mensajes mucho más allá de nuestro entorno más cercano, y la tecnología sin duda nos ha ayudado a transmitir todo aquello que queremos compartir con personas a las que nunca conoceremos.

Eso sí: las tecnologías no llevan mucho tiempo con nosotros, y grandes mensajes de grandes pensadores llevan con nosotros, influyendo nuestras vidas, desde hace milenios. 

Un sistema que funciona desde los primeros días de la humanidad y que sigue funcionando hoy en día, y que sinceramente espero que siga funcionando otros tantos miles de años es el «boca a boca». Sin duda funciona, y muchas de las cosas que sabemos, creemos y por las que vivimos cada día empezaron simplemente por una persona que empezó a compartir una día un mensaje con las personas que tenía a su alrededor.

Hoy en día parece un poco más complicado. Parece que tenemos que estar pendientes de el número de «likes» o «me gusta» de todo eso que publicamos en Facebook o Twitter, de las fotos de Instagram o de las campañas de marketing, pero como dijo una persona hace mucho tiempo:

«nunca se sabe lo lejos que puede llegar algo que pienses, digas o hagas hoy, y cómo afectará a la vida de millones de personas mañana»

Requiere valor decir lo que se piensa. Requiere estar más centrado en lo que realmente queremos decir, y menos en cómo la gente lo pueda recibir. Y como buen imán, cuanto más fuerte, más atrae, pero también más repele, así que requiere aceptar que habrá gente que esté de acuerdo pero otra mucha gente que rechace aquello que tan importante es para nosotros.

Debemos estar dispuestos a todo eso, y si nuestro mensaje es suficientemente importante, seguro que merece la pena.

Un abrazo a todos.

Ana