Personas que dejan huella

  • 28 junio 2017

Hay personas con las que convivimos a diario y otras con las que tal vez sólo nos cruzamos 2 ó 3 veces en nuestra vida. La cantidad de tiempo que pasamos con una persona no siempre es reflejo del impacto que tiene en nosotros, de la misma manera que un amigo puede convertirse en alguien mucho más cercano que un familiar…

No hace mucho tiempo, si no recuerdo mal, os contaba el impacto que una señora tuvo en mí. Yo tenía 22 años, y acababa de dejarlo todo: mi carrera, mi casa, mi familia y mis amigos, y comenzaba una aventura en otro país. Estaba aterrada. Entre vuelo y vuelo, en el aeropuerto de Los Ángeles, y por cierto, agotada, me puse a llorar llena de miedo, cansancio, tristeza y de todo. Una señora asiática, un ángel teniendo en cuenta lo que supuso para mí, se me acercó, y me preguntó si estaba bien. Directamente le dije que no; se sentó a mi lado y simplemente, allí sentada a mi lado, escuchó mi historia: cómo dejaba mi casa, la carrera de medicina, mi familia, mi novio de aquel entonces y todo lo que conocía y me iba a Oregón, a casa de mi tía a aprender inglés para poder estudiar Quiropráctica en Atlanta. La mujer, con todo el cariño del mundo, escuchó mi historia, y cuando acabé, con toda su dulzura, me dijo que me entendía perfectamente, que ella cuando era joven, tuvo que dejar su país de origen, todo lo que tenía, sus hijos, y sin tener un trabajo ni dinero, tuvo que emigrar a Estados Unidos para intentar buscar trabajo y poder ofrecer un futuro mejor a su familia (tenía que mantener a sus padres también).

Desde el primero minuto dejé de llorar, y llena de vergüenza me di cuenta de la suerte que tenía. Lo tenía todo: unos padres dispuestos a pagarme los estudios, el viaje, una tía que es una maravilla, y su familia que me abrían su casa para que pudiera estudiar allí y prepararme para poder estudiar después en Atlanta, y sobre todo, unos padres que me apoyaban en todo, y que si hiciera falta, me pondrían un vuelo de vuelta. No tenía motivo para quejarme. Lo tenía todo, y mi único deber era sacar el mayor provecho de la magnífica oportunidad que tenía delante.

Esa mujer, de la que nunca supe su nombre, me abrió los ojos, y nunca podré darle las gracias, pero hoy me he encontrado con otra persona que me ha recordado la suerte que tengo, y a la que he tenido la suerte de dar las gracias en persona. Ahí van las cosas que he recordado gracias a la conversación de hoy:

  • Me ha recordado la de gente increíble que hay por el mundo
  • Lo fácil que es conectar con el que tenemos delante siempre y cuando abramos nuestro corazón
  • Que, a veces cuesta, pero que en todo lo malo hay algo bueno y que nuestro trabajo es buscarlo
  • Que la mayoría de las cosas importantes no se ven, pero que son esas precisamente las que merecen la pena
  • Que somos grandes y que somos los primeros que nos lo tenemos que decir a nosotros mismos
  • Que las decisiones importantes se toman con el corazón, no con la cabeza
  • Que el tiempo verbal más importante es el presente, ni el pasado ni el futuro ¿sabíais que hay una tribu en Sudáfrica que ni tienen esos tiempos verbales? Solo usan el presente…
  • Que por mucho que la planeemos, la vida trae muchas cosas, y muchas de ellas forman parte de algo mucho más grande, y aunque a primera vista no lo entendamos, que si algo tiene que pasar, merece la pena tener paciencia, porque la vida parece que se reorganiza para que ocurra; da la sensación mirando atrás, que queriendo no lo hubiéramos conseguido, pero el camino está lleno de “casualidades”
  • Que la muerte no es lo opuesto de la vida, sino parte de ella
  • Que las mayores caídas, fracasos y problemas pueden llegar a ser las oportunidades más grandes
  • Que no hace falta ser Superman ni Superwoman, que la vulnerabilidad puede ser señal de fuerza igual que el estoicismo
  • Que a veces, para ayudar a los demás, lo único que podemos hacer es ayudarnos a nosotros mismos
  • Y que la vida, sí o sí, merece la pena vivirse desde dentro.

Por hoy os dejo, reconectada, con lecciones que no son nuevas para mí, y seguro que para vosotros tampoco. En mí han tenido un efecto especial, potente y sabiendo que no depende de mí que lo tenga en vosotros, no puedo hacer otra cosa que desear con todas mis fuerzas que lo leáis y que os llegue como me ha llegado a mí.

Una vez más, gracias a todos, y gracias a ti, «explorador», por el ratito tan especial. ¡El blog de hoy va por ti!

Un abrazo enorme a cada uno, y como me enseño mi padre, que sea un abrazo de corazón a corazón.

Ana

 

About This Author

Al terminar mi cuarto año de medicina tuve mi primer contacto con la quiropráctica, y al profundizar en su conocimiento encontré un nuevo sentido a todo.

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