La vida está llena de oportunidades, e innatamente lo intuimos. Lo que muchas veces pasamos por alto es que muchas de esas oportunidades surgen de situaciones muchas veces inesperadas, de situaciones de las que creemos solo puede surgir frustración, dolor o simplemente nada bueno.

Lo difícil creo que no es creer que las oportunidades están, sino tener la fuerza de saber verlas, y sobre todo, de aprovecharlas.

La vida no siempre es justa, y cosas malas nos pasan a todos, a las buenas personas y a las mejores, y el dolor es sin duda parte de cada día, pero cuando abrimos los ojos, y sobre todo nuestro corazón, somos capaces de ver cómo hasta en esos momentos se nos abre un espacio que tal vez solo así se nos hubiera abierto, y ya solo eso es un regalo.

Ojalá no tuviéramos que esperar, cierto, pero la mayoría de nosotros no vivimos el presente con esa sensibilidad, ni con esa conciencia ni gratitud, y nos hacen falta ciertas situaciones para recordar nuestras prioridades, para olvidar lo que no tiene tanta importancia, para perdonar, y para reordenar lo que realmente queremos tener como centro en nuestra vida.

No pretende ser un texto triste, ni mucho menos. Pretendo compartir la suerte que tenemos: por vivir, por compartir (a veces risas, y a veces lágrimas), por experimentar y sobre todo, por ser.

Un abrazo, como siempre, enorme.

Ana

P.D.: Para tí 🙂 creo que ya sabes a quién me refiero… te quiero TODO