A veces las historias de los demás nos devuelven la perspectiva

  • 30 marzo 2017

A veces una pequeña conversación con alguien nos devuelve a la realidad. Nos ayuda a ver las cosas con perspectiva y sobre todo nos ayuda a salir del drama y a simplificarlo todo.

Parece que fue ayer, pero hace casi ya 13 años que decidí dejarlo todo (carrera, familia, el novio de aquel entonces) y decidí estudiar en Estados Unidos. Recién cumplidos los 23 años me embarqué en una aventura sin saber a dónde me llevaría. Asustada y a la vez ilusionada, suponía comenzar una nueva vida en un pueblecito cerca de Atlanta. Me fui casi casi con lo puesto. De hecho, me llevé hasta un colchón hinchable en la maleta, porque sabía que los apartamentos allí se alquilan sin muebles, y pensaba que tardaría un tiempo en poner el piso en condiciones. Mi madre hasta me metió un pequeño cazo para cocinar, y un set de cubiertos… En fin, como os decía, toda una aventura llena de incertidumbre. Estaba asustada por lo que se me venía encima y también triste por lo que dejaba atrás.

El viaje suponía muchas horas de vuelo, aeropuertos etc… En uno de esos momentos en los que me ví en un aeropuerto esperando al siguiente vuelo, me puse muy triste. Me puse a llorar por todo lo que dejaba atrás y aunque no lo recuerdo muy bien, me imagino que también por el miedo a todo lo desconocido que se me venía encima.

Una señora tailandesa, que tendría unos 60 años, se me acercó y me preguntó si me encontraba bien. Sorprendida y a la vez agradecida por el interés, le dije que estaba triste porque me iba de casa, que dejaba muchas cosas atrás y que tenía miedo a echar mi casa de menos etc… No se me olvidará nunca lo que me contestó; me dijo que me entendía perfectamente. Que siendo muy jovencita, tuvo que dejar Tailandia, su familia, todo aquello que conocía y emigrar a Estados Unidos sola, sin trabajo y sabiendo que tendría que empezar de cero, casi sin saber inglés, porque su marido se había muerto y no tenía otra manera de mantener a sus hijos. A ellos también los tuvo que dejar atrás, en manos de sus padres, y me contó que tardó años en poder ahorrar lo suficiente para poder volver a casa y llevarse a sus hijos con ella.

En ese momento me dí cuenta de la suerte que tenía, de la oportunidad que tenía gracias a lo que mis padres estaban dispuestos a hacer por mí, y que no tenía ningún motivo para quejarme. Me ayudó a recordar la situación en la que viven muchísimas personas, mucho peor que nosotros, y que lo mío era realmente una oportunidad que muy pocas personas tienen. Iba a estudiar, teniendo el apoyo incondicional de mis padres, sabía que podría volver dos veces al año y en caso de que lo necesitara, podrían incluso venir a verme, mandarme más dinero etc… Vamos, un verdadero chollo. Y habiendo pasado una situación mucho más dura que yo, ahí estaba esa mujer con un corazón enorme dispuesta a darme su apoyo… la de gente buena que hay por el mundo! También fui consciente de que si había sido capaz de conectar con una señora en un aeropuerto, creo que sería capaz de disfrutar y de conectar con más personas en Atlanta.

Soy consciente de que tengo mucha suerte, pero creo que todos a veces nos olvidamos. Tendemos a ver lo que va mal o incluso fijarnos en aquellos que parece que lo tienen más fácil que nosotros. Según el banco mundial, en el 2011, más de 2200 millones de personas vivían con apenas 3 Euros al mes. Nuestra calidad de vida está relacionada con muchísimas más cosas que el dinero que tenemos y de hecho, para poder comparar los países y su calidad de vida, se utilizan factores como la salud, la vida familiar, la vida comunitaria, bienestar material, estabilidad política y seguridad, clima y geografía, seguridad del empleo, libertad política e igualdad de género. Basado en todos estos datos, se ha establecido un ranking mundial, y ¿sabéis que? que estamos en el número 22 de 111 (datos del 2005), y eso supone millones y millones de personas que viven muchísimo peor que nosotros. Creo que toca dar las gracias y por supuesto, seguir trabajando duro para que todos (y no sólo algunos) consigamos cada vez más vivir mejor.

Sé que todos tenemos nuestra cruz, y como dice una tía mía, unos más grandes que otros, pero la verdad es que todos tenemos muchísimas cosas buenas en nuestra vida y no lo digo así sin más por decir. Ser capaz de ver lo bueno hasta en días que a priori parece que sólo están llenos de mierda, (perdón por el lenguaje) hace que el día entero cambie… ayer me metí en la cama llorando… al principio no sabía si de tristeza o de emoción. Tristeza porque acababa de tener otra crisis,, el dolor etc… y emoción porque todo este año lleno de locura he podido contar con mis amigos y mis familiares de una manera impagable. Han estado para lo que les he necesitado y estoy ¡¡¡tan agradecida!!! Pues eso, que podía meterme en la cama pensando en una cosa o en la otra… una vez más, mi elección 🙂

Un abrazo enorme a todos

Ana

 

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Al terminar mi cuarto año de medicina tuve mi primer contacto con la quiropráctica, y al profundizar en su conocimiento encontré un nuevo sentido a todo.

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