La vida es un juego

  • 2 noviembre 2016

Hoy nos toca reflexionar sobre esta vida tan maravillosa que nos ha tocado vivir. Todos pasamos por momentos en los que parece todo menos maravillosa, pero me gustaría aprovechar para recordaros a todos que la vida, efectivamente, está para disfrutarla.

 

Cada uno de nosotros tenemos nuestra misión, nuestros objetivos de vida, y que nadie nos diga lo contrario, pero tengo la sensación de que debajo de todas esas cosas está lo mismo para muchos de nosotros: ser felices, disfrutar, ayudar a los demás, y conectar unos con otros.

 

Esas cosas son las que realmente importan, pero vivimos en una sociedad en la que se priorizan los bienes materiales, lo que conseguimos, méritos, si somos más o menos listos que el de enfrente y un largo etc… todas esas cosas no están mal, pero todas ellas están fuera de nosotros, fuera de lo que realmente somos, y si seguimos dependiendo de todas esas cosas para ser felices, solo vamos a conseguir estar como está la mayoría: vacíos, tristones, esperando a ese algo que va a hacer que cambie todo… vivimos en una era en la que tenemos muchísimas más cosas que antes, la llamada era del bienestar, y en cambio las depresiones, las ansiedades y la tristeza en general es mucho más frecuente que hace unos años.

 

Y¿ por qué? porque se nos enseña a depender de todas esas cosas externas, a esperar a que sea algo de fuera lo que nos cambie las situación y nos aporte felicidad… y ahí nunca la vamos a encontrar… así que o cambiamos de paradigma o nos resignamos a estar como la mayoría. Vacíos, tristones y sin ganas de vivir.

 

Yo he decidido no resignarme y procurar cada día ser consciente de que todas esas cosas de fuera están muy bien pero no determinan mi felicidad. Es más, cuanto más me desapego de todas esas cosas y más consciente soy de que no las necesito, más libre y feliz estoy.

 

Tengo un coach en California que se dedica a dar charlas a la gente, y el otro día, en mi sesión con él, hablando de todos estos temas, me contó cómo hace 39 años hubo una gran inundación en la zona en la que viven; suele aprovechar esa vivencia que recuerdan todos muy vivamente, para recordarles que la felicidad se lleva dentro. Usa esa misma experiencia porque en contra de lo esperado, todo el mundo recuerda esa vivencia como algo positivo.

Lo que la gente recuerda es la solidaridad, la empatía y el amor que sintió de todos esos vecinos que salieron a la calle a ayudar a todas aquellas personas que lo habían perdido todo. Recuerdan cómo “problemas” que antes llenaban las conversaciones como el racismo, la homosexualidad y el juicio sobre diferentes maneras de vivir, dejaron de tener importancia. La gente recuerda cómo la experiencia les unió a todos de una manera mucho más profunda. Cómo fueron capaces de disfrutar de esos días, de reír y de compartir lo poco que les quedaban. Cómo sacaron su mejor versión para ayudar a los demás sin importarles lo que recibirían a cambio.

 

Obviamente no estoy diciendo que tengamos que generar situaciones dramáticas como éstas, pero sí tal vez que debamos apreciar, cómo hasta los momentos más duros que vivimos, tienen el potencial de generar felicidad y de llenarnos mucho más plenamente que todas esas cosas que usamos que están fuera.

 

Párate un segundo a pensar en esas situaciones que hemos vivido todos: enfermedades de seres queridos, desastres naturales como el terremoto de Italia, guerras y un largo etc…

No se tú, pero es como si algo me recordara lo que realmente importa y me ayudara a olvidar las tonterías en las que tanto tiempo perdemos.

 

Ahora sólo nos toca aprender a ver todo eso, recordar lo que realmente importa, sin necesidad del drama. Realmente es un gran recordatorio, pero sería todo mucho más sencillo si no necesitáramos ese recordatorio.

 

Imaginaos que perdéis la capacidad de ver durante una semana. Pasados unos días recuperáis la visión: imaginad poder disfrutar de los colores del otoño, del increíble cielo azul, de los árboles en los parques, y ni qué decir de los montes, playas y diferentes aspectos de la naturaleza que nos rodean. Una gozada sin duda. Pues bien… que sepáis que para la mayoría de nosotros todas esas cosas están al alcance de nuestra mano a diario… ¿por qué lo damos por hecho? ¿por qué dejamos de disfrutarlo? Por esa sociedad del bienestar en la que estamos y que nos empuja a querer más y más, y que hace que olvidemos lo que realmente importa.

Una verdadera pena, y que sepáis que está en mano de cada uno de nosotros volver a ser felices y disfrutar de esas pequeñas cosas.

 

  • No hay nada fuera que te vaya a generar esa felicidad así que deja de buscar donde no está.
  • Haz el esfuerzo diario de parar, observar y disfrutar de lo que te rodea: animales, árboles, el buen tiempo, al aire fresco o cualquiera de esas cosas que tanto damos por hecho.
  • Observa tus preocupaciones y sé consciente de que la mayoría de esos dramas que vivimos aparecen con los “deberías”: la gente debería hacer esto o lo otro, yo debería haber dicho eso, mi trabajo “debería” ser no se cómo, y un larguísimo etc lleno de deberías, que nos impiden apreciar y disfrutar de lo que realmente hay…
  • Recuerda que no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita; párate un segundo a pensar sobre lo que te rodea y qué pasaría si dejaras de tenerlo, o no consiguieras algunos de tus objetivos: ojalá descubras que no pasa absolutamente nada y que serías capaz de ser feliz a pesar de todo. Yo he tardado un tiempo en ser consciente de esto, pero me pregunté hace tiempo qué pasaría si siguiera teniendo ataques regularmente: y lo vi clarísimo. No pasaría absolutamente nada, porque a pesar de los ataques soy feliz y tengo la oportunidad de disfrutar y conectar con mucha gente a la que quiero con locura… y eso no quiere decir que me guste tener ataques, pero sé que mi felicidad no está en no tenerlos, sino en ser feliz a pesar de mis circunstancias externas. Increíblemente liberador y que me está ayudando a disfrutar de mi vida, de la sencillez del día a día y de los regalos que aparecen cuando menos te lo esperas.

Un último apunte que me parece vital: ser feliz no tiene nada que ver con nuestro estado de ánimo. Los sentimientos son parte de la vida: la alegría, la frustración, la tristeza, la ansiedad o el nerviosismo… todos sentimientos naturales y que forman parte de la vida, pero ser feliz va más allá. Es ser capaz de disfrutar de cada día, de seguir aprendiendo, conectando y evolucionando a pesar de todo.

 

Al fin y al cabo se puede ser feliz:

  • con dolor
  • con ataques
  • en prisión
  • con minusvalías
  • habiendo perdido a alguien
  • sin/con hijos
  • trabajando muchas horas cada día
  • en paro
  • sin vacaciones
  • sin dinero
  • y un larguísimo etc con todas esas cosas que creemos que necesitamos que cambien para ser felices, y ¿por qué lo sé? Porque muchísima gente en este mundo en esas circunstancias nos ha demostrado que se puede… y si otros han podido, nosotros también 🙂

 

About This Author

Al terminar mi cuarto año de medicina tuve mi primer contacto con la quiropráctica, y al profundizar en su conocimiento encontré un nuevo sentido a todo.

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