La diferencia entre la ruta y la meta :)

  • 23 noviembre 2016

Estoy leyendo un libro con el que estoy disfrutando un montón. Se llama “El camino de la felicidad” de Jorge Bucay, médico, y por supuesto escritor. Me ha recordado una serie de cosas entre las que se encuentran la gran diferencia entre la meta y la ruta.

 

Tener metas y objetivos es vital. Nos pone en camino, da sentido a lo que hacemos e incluso a nuestras vidas, pero muchas veces acabamos obsesionados con aquello que queremos conseguir, cuando lo realmente importante es que estemos en camino… en ruta.

 

Centrarse más en la ruta que en la meta nos permite desapegarnos de aquello que queremos; nos permite ser conscientes de que muchas veces no sabemos exactamente el objetivo que buscamos y sobre todo, nos permite seguir siendo felices a pesar de no conseguir eso que parece que tanto deseamos. Ese desapego es vital para la felicidad, ya que la obtención de nuestros objetivos no siempre depende exclusivamente de nosotros, es multifactorial, como casi todo, y cierto es que en muchas ocasiones no los vamos a conseguir.

 

El que lo consigamos o no queda relegado a un segundo plano. Podemos y debemos disfrutar del camino, de las situaciones que nos van surgiendo, seguir aprendiendo de las circunstancias que van a ir apareciendo, y seguir evolucionando. El desapego con el objetivo concreto y el centrar toda nuestra fuerza e intención en la ruta en sí, nos va a permitir seguir en marcha a pesar de que no tengamos el objetivo claro o a la vista. El desaliento desaparece al no supeditar nuestra felicidad a la obtención o no de lo que tanto se supone queremos.

 

Rutas hay muchas. De hecho, espero que cada uno descubramos la nuestra; y lo importante es que seamos conscientes de que estamos en camino. Imaginad que cada uno de nosotros tiene una brújula. ¿Cuántos caminos hay hacia el norte? Pues la verdad es que un camino por cada persona que posee una brújula. Esa es la clave. ¿Cuándo se llega? Pues no lo sé, pero la brújula nos orienta y a pesar de que no tengamos la meta a la vista, sabemos que vamos por buen camino.

 

Creo que es responsabilidad de cada uno de nosotros descubrir cuál es nuestra ruta y por supuesto, ponernos en marcha cada día. Algunos días se avanza más que otros, pero la pregunta debería estar presente en nuestras mentes a menudo, ¿no?

 

¿Hacia dónde voy?

¿Sigo avanzando o me dejo paralizar por las circunstancias de cada día,?

Y tal vez la pregunta más importante de todas: ¿Para qué vivo? Y como bien nos recuerda el escritor… no tanto por qué, ni cómo… sino ¿para qué?

 

Podemos hablar y hablar sobre el verdadero sentido de la vida, el propósito y razón por la que estamos aquí, pero la verdad es que son respuestas que sólo uno mismo puede contestar.

 

Os animo a cada uno de vosotros a que paréis un poco de vez en cuando y reflexionéis sobre la pregunta. Cada uno tendrá su respuesta y lo más importante sigo creyendo que es mantenerse coherentes con esa respuesta que sólo uno mismo puede dar.

 

Que no nos pille el toro. Todos vivimos situaciones límite que nos hacen salir de la zona de confort y reflexionar sobre la vida. La muerte, la enfermedad, diferentes dramas en la sociedad… situaciones que nos cuesta muchísimo entender y que nos obligan de alguna manera a buscar respuestas y un sentido. Queda claro que son momentos vitales y buenas oportunidades para buscar bien dentro lo que realmente nos importa. ¿Qué os parece si aprovechamos cada día para buscar un poquito más? Sólo recordad que las respuestas no están fuera… sólo dentro. Es mucho más difícil buscar bien dentro, pero esas respuestas son las que realmente valen la pena.

 

Aprovecho para compartir con vosotros mi experiencia con este concepto. Mi meta como muchos ya sabéis, es dejar de tener las crisis. Ahora sí soy consciente de que mi felicidad no puede depender de tenerlas o no… y estoy siendo capaz de disfrutar de cada día en el que lento pero seguro, voy notando avances. Incluso puedo disfrutar de aquellos días en los que las crisis me sorprenden; nada agradables, pero tengo que reconocer que en la última no hace mucho tiempo viví un precioso momento lleno de gozo, en el que fui consciente de que a pesar de todo, tenía muchísima suerte. Estoy rodeada de amigos incondicionales, de mis padres y muchos otros familiares que me están apoyando cuando sé que lo más fácil para ellos sería insistirme para que vuelva a mi camino anterior. Tengo su respeto, su apoyo y tengo la gran suerte de no sentir ni una motita de juicio. Tengo un gran equipo que me está permitiendo trabajar sin dejar de centrarme en este proceso tan complejo.

A veces me pregunto qué pasaría si nunca dejara de tener esas crisis… la verdad es que no lo sé con seguridad. Es posible que tuviera que volver a tomar la medicación o cambiar de ruta. ¡Quien sabe! Lo que sí sé con total certeza es que nadie va a poder quitarme estos momentos de felicidad, ni todo el aprendizaje que estoy haciendo gracias a todo esto. Nadie puede asegurarme que vaya en el camino correcto… creo que nadie sabe con seguridad cual es ese camino… lo que sí sé es que estoy haciendo lo que quiero, acepto las consecuencias, y de momento, me vale.

 

Un abrazo a todos y ¡adelante!

Ana

About This Author

Al terminar mi cuarto año de medicina tuve mi primer contacto con la quiropráctica, y al profundizar en su conocimiento encontré un nuevo sentido a todo.

Comments are closed