Y cuando tocamos fondo, ¿Qué?

  • 26 octubre 2016

El otro día hablaba con una amiga de este blog y como si nada, me pidió que escribiera sobre algo en concreto. Por mí perfecto, así que aquí estamos.

Me preguntó sobre tocar fondo. Sobre esa sensación que antes o después todos sentimos de que todo, absolutamente todo, va mal, de que el universo va en nuestra contra y que de esta no salimos ni de broma.

No sé vosotros, pero yo suelo tener días de esos, y he llegado a un par de conclusiones. También es cierto que llevo tiempo sin pasar por una de esas épocas malas que se alargan un poquito, y creo que es por mi cambio de perspectiva ante la vida, porque días malos, como todos, tengo.

 

Aquí van un par de conclusiones a las que he llegado habiendo vivido varios momentos de esos.

 

  1. Recuerda que nada, nada, nada dura para siempre. Ese dolor, la rabia, la tristeza… lo que sea, nada dura.
  2. No minimices el efecto terapéutico de un buen grito o de un buen abrazo… de desahogarse. A mí no me gusta el victimismo ni pasarme días quejándome de nada porque no me parece la mejor actitud para salir del agujero, pero también es verdad que desahogarse no viene nada mal. Tengo una gran amiga con una mentalidad parecida a la mía. Luchadora, proactiva y nada negativa. A veces nos llamamos y sabemos cuando tenemos que cortarnos la casqueta. “Se acabo”… ahora toca levantarse, pero hay días que lo que necesitamos son 5 minutos para protestar: “dame 5 minutos… déjame que proteste y me desahogue, y luego me dices lo que quieres”  ¿Por qué me parece importante? Porque no creo que la solución la vayamos a encontrar quejándonos ni negando el mal rato. Y eso me lleva al siguiente punto
  3. Hay que tener mucho valor para observar cómo nos sentimos cada uno y no entrar en barrena. Observar la rabia, la tristeza y esa sensación de que ya nunca nada va a ir bien… la sensación es real, el sentimiento así lo vivimos, aunque racionalmente sepamos que no hay motivo para tanta desesperanza y “sepas” que lo que conviene es positivismo, creo que debemos hacer un esfuerzo por sentir lo que sentimos, aunque luego no le hagamos caso ni nos apeguemos a él. Ese es el truco, al menos el que he encontrado yo últimamente. Hacer como que algo no está no me parece lo ideal, y por supuesto recordad, que aunque la sensación sea real, eso no quiere decir que la situación sea real. Es como aceptar que efectivamente una cosa es lo que nos pasa, lo que sentimos, entenderlo y aceptarlo sin resistencia, y otra cosa bien distinta es deducir de ahí la situación que estamos viviendo, sabiendo como sabemos que la perspectiva hace tanto. Por eso, ten el valor de sentir las cosas pero no te creas ni una. Y ya sé que cuesta, pero recuerda que lo que nosotros sentimos no es necesariamente reflejo de la realidad.
  4. Objetivo del día: sobrevivir. Yo soy de las que me levanto pensando en las posibilidades del día, me curro mi actitud porque sé que determina parte de lo que va a ser mi día; pienso en mi objetivos, en lo que quiero, en lo que realmente es importante para mí etc… Pero la verdad es que hay días que no. Hay días que me levanto y en lo único que pienso es en sobrevivir. Antes me forzaba y empujaba al optimismo muchas veces superfluo. Me di cuenta de que eso no me ayudaba nada, así que opté por vivir mi realidad. Vivir esa realidad me supone centrarme en el día en concreto e intentar vivirlo lo mejor posible. Sin caer en el victimismo, en el pobre de mí(pasado) o preocuparme por cómo será mañana (futuro). Simplemente ser capaz de parar y observar y sentir lo de cada momento. Sentir mi preocupación, tristeza, rabia o lo que fuera, sin vivirlo como realidad perenne… No tapar, no apegarse tampoco. ¿Y eso cómo se hace? Pues yo lo hago observando, reconociendo lo que siento y a otra cosa mariposa:
    1. “pues sí, esto me ha sentado mal” y no entrar en el por qué me lo habrán dicho, qué podría haber hecho yo, juicios etc…, no intentar descubrir por qué los demás han hecho lo que han hecho, sin negar cómo me siento yo, y por supuesto, sin intentar forzarme a sentir otra cosa
    2. “pues sí, esto me da miedo” sin quedarme horas pensando en todo eso que me da miedo… ni que pensándolo mas consiguiera leer el futuro, y por supuesto, sin decirme: Ana, no deberías sentir miedo, porque la verdad es que lo siento, y tal vez no debiera, pero lo siento 🙂
    3. “pues sí, ahora me duele esto o lo otro” sin atascarme en por qué me duele o lo que puede ser, que casi todos somos medio hipocondríacos y nos esperamos lo peor. Sin negar lo que me duele, procuro centrarme en lo que puedo hacer para mejorar, y listo…

Pues aquí lo dejo por hoy. Con toda la esperanza de que os pueda servir la siguiente vez que como yo, entréis en barrena, y que seáis capaces de ver la salida aunque no sea muy grande 🙂

Un abrazo enorme a todos y que disfrutéis de todo lo que esta vida os trae 🙂

About This Author

Al terminar mi cuarto año de medicina tuve mi primer contacto con la quiropráctica, y al profundizar en su conocimiento encontré un nuevo sentido a todo.

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