Los 26 principios que he aprendido de mis crisis: Parte I

  • 8 septiembre 2016

Llevo muchos años de formación de coaching, aprendiendo de grandes maestros, acudiendo a seminarios y leyendo libros de crecimiento personal.

He aprendido muchísimos principios de vida que me han guiado en los últimos meses de mi vida y mucho antes también.

Una de las cosas más importantes que he aprendido últimamente gracias a los tiempos revueltos que vivo por mi epilepsia, es que muchos de esos principios me los sabía con la cabeza y no necesariamente con el corazón.

Hoy quiero compartir con todos vosotros esos principios que gracias a estos momentos sí he conseguido integrar y convertir en vivencias. Es curioso, porque la paradoja es que con este blog solo voy a conseguir que aprendáis estos conceptos también con la cabeza, pero deseo de corazón que algún día los recordéis y os puedan ayudar a vivirlos de verdad, y que pasen de teoría a vivencia.

Ahí van:

  • Se necesita mucha presión para crear un diamante: a nadie nos gusta sufrir, pero si conseguimos ver que ciertas experiencias nos ayudan a sacar lo mejor de nosotros mismos, la cosa es mucho más fácil de llevar.

 

  • Mucho del miedo, sino todo, de lo que nos toca vivir y experimentar, está en nuestra cabeza, y aunque no lo parezca, bajo nuestro control: voy a ser sincera; todavía no controlo mi cabeza ni mis pensamientos lo suficiente para no sentir miedo, pero sí he conseguido experimentar ese miedo, sentirlo, y ser consciente de que estaba en mi cabeza. Os cuento una experiencia concreta: hay días en los que me siento rara y tengo la sensación de que voy a tener un ataque. El miedo a veces puede conmigo, pero otras veces he sentido que ese miedo, como decía, solo estaba en mi cabeza, porque la verdad es que no sabía seguro lo que iba a pasar, y aunque estuviera segura, es como si no hubiera motivo para sentir ese miedo, porque la realidad es que no me entero cuando pasa. Así de claro. Ser capaz de sentir eso me ha ayudado a ver cómo muchas veces el miedo desaparece, así sin más, independientemente de lo que pase después (y eso que algunas veces ha acabado en ataque y otras no).

 

  • La gente es innatamente buena y tiene ganas de ayudar y a veces solo hace falta una circunstancia un poco especial para que se permitan sacar su lado bueno, normalmente bloqueado por miedo a parecer débiles, falta de ganas o rencor. Desde luego sacar nuestro mejor lado es mucho más difícil que el lado más desagradable, protestar o ser maleducado, pero estos últimos meses he podido ver cómo gente desconocida, ante un ataque, se ha parado a ayudarme, han dejado de hacer lo que estaban haciendo, se han ofrecido a ayudarme en lo que necesitara, han parado el tráfico para que mi madre pudiera llegar hasta mí y días después se ha interesado genuinamente y de corazón por cómo estaba.

 

  • Dar las gracias cuesta: nos da vergüenza, tenemos miedo a parecer ridículos, a que la gente no reciba nuestra gratitud o parecer más vulnerables, pero la verdad es que la gratitud como concepto, sin apego a cómo lo reciban los demás, nos ayuda en el día a día a ver la vida con mucha más luz, y encontrar todavía más motivos por los que dar las gracias. Dar las gracias no siempre es fácil pero siempre siempre siempre merece la pena.

 

  • No hay héroe fuera de uno mismo: ésta ha sido interesante para mí porque llevo mucho tiempo siendo consciente de que quiero vivir desde dentro, responsabilizarme de mi vida, mis experiencias y pensamientos. Básicamente es mi filosofía de vida, vivir desde dentro y no buscando soluciones fuera de mí. Ante los ataques, he buscado ayuda y apoyo en otras personas y soluciones fuera de mí, y tengo que agradecer toda la ayuda recibida y la que sigo recibiendo, pero soy mucho más consciente ahora de que nadie puede dar pasos por mí ni llevar mi carga. Solo pueden acompañarme en el proceso y ayudarme a crear un espacio para descubrir mi fuerza y todo lo que tengo dentro. Ésta es difícil porque el condicionamiento que tenemos hoy en día es opuesto. La idea que se nos inculca es que la solución está fuera, los demás tienen las herramientas para resolvernos los problemas o echamos balones fuera por lo que nos pasa.

 

  • Lo más importante de la vida es la calidad, no la cantidad: estos últimos meses estoy viviendo mucho más plenamente todos los aspectos de mi vida y no voy a hacer nada por irme pronto, eso lo tengo claro, pero si tuviera que elegir morir joven viviendo como lo estoy haciendo ahora o vieja sin haber tenido el valor de vivir la vida al máximo, lo tendría claro.

 

  • La vida es dual: lo que quiero decir es que todo en la vida tiene dos partes opuestas. Os pongo un ejemplo: un momento bonito de nivel 2 viene con el -2 y un momento bueno de nivel 10 viene con el -10. Vivimos tratando de disfrutar nuestra vida con un 10 y esperamos que venga con el -2 pero creo sinceramente que eso no existe o yo al menos no he descubierto cómo hacerlo. Creo que nos toca aceptar las dos partes.

 

  • Los sacrificios son mas fáciles cuando sabes por qué los haces: estos meses he tenido que hacer muchos cambios en mi vida… dejar de hacer muchas cosas que me gustan pero que sé que no me convienen ahora mismo. Dar clases, viajar, crear un proyecto tras otro etc… y dejar de conducir. Conducir es una de mis grandes pasiones pero ahora sé que no debo. Sé que en otras circunstancias me habría costado mucho más dejar de hacer esas cosas que tanto me gustan, pero tengo tan claro que estoy haciendo lo que quiero, que el sacrificio parece menor…

 

  • El frío es la ausencia de calor: tengo la sensación de que no es la primera vez que hablo de esto, pero en sí el frío no existe. Lo que existe es el calor (lo medimos en grados etc…,) y el frío solo aparece cuando deja de hacer calor. Si tenemos frío, ¿cómo lo quitas? No se puede… solo podemos hacerlo desaparecer creando calor. Para mí esto es vital, y ahora mismo un recordatorio precioso, porque es una pérdida de tiempo quedarse analizando el frío, cuando lo más eficaz sería centrarse en lo que sí existe, el calor, y conseguir “quitar” el frío generando ese calor, ¿no?. Creo sinceramente que con la salud pasa exactamente lo mismo. La enfermedad como tal no existe… es algo que aparece cuando desaparece la salud. ¿por qué entonces nos centramos tanto en la enfermedad, la estudiamos y tratamos que desaparezca cuando la única manera real de que desaparezca es generando salud? A veces hay que aprender a bloquear la enfermedad, eso está claro, pero si no nos vale con tapar los síntomas y lo que realmente queremos es la salud, sólo existe una manera, y es centrarse en la salud y en cómo generarla. Es pura ciencia… como con el frío y el calor… pero estamos, de momento, lejos de vivir así… eso sí, a mí me está ayudando a centrarme en lo que sí me importa y sé que es eficaz.

 

  • Las cosas sencillas son las que realmente importan: me he pasado años y años centrada en hacer, hacer y hacer y menos en vivir. Sin tiempo para disfrutar de las pequeñas cosas del día a día. No es que no quisiera… la verdad es que hasta en mis tiempos de estar a tope he sido capaz de disfrutar lo que hacía, pero no me quedaba tiempo para simplemente estar y ser. Estos últimos años no he sido consciente de esto, y sé que por mucho que yo os diga que no merece la pena vivir a ese ritmo, nada va a cambiar hasta que os deis cuenta por vosotros mismos, pero gracias a Dios yo ya me he dado cuenta.

 

  • Los síntomas nos ayudan si sabemos escuchar: dedico mi vida a ayudar a la gente a darse cuenta de que los síntomas no son el problema, por muy desagradables que sean, sino que son más una señal que nos ayuda a ser conscientes de que algo tenemos que cambiar. Sin mis problemas actuales nunca habría sido consciente de que tenía que parar (y eso que muchísima gente me lo decía). En la primera visita en la que me siento con los pacientes para determinar si puedo ayudarles y de qué forma, procuro hacer siempre la siguiente pregunta: ¿qué crees que te está diciendo tu cuerpo? Es curioso porque las respuestas nunca varían mucho: que tengo que parar, que tengo que dejar de hacer esto o lo otro, que así no puedo seguir… etc. Os sorprendería la de gente que se pone a llorar cuando son conscientes de lo que realmente hay por debajo. Como decía antes, no es fácil, pero es un proceso precioso y necesario.

 

  • Pensar en lo que uno necesita es vital para poder dar a los demás algo que merezca la pena: he salido a mi madre, y como muchas madres, es una mujer que piensa en todo el mundo antes que en ella misma. Mis horarios, mis actividades y proyectos, siempre han tenido un objetivo: ayudar e inspirar a las personas a vivir desde dentro. Mi misión en la vida sigue siendo la misma, y tengo toda la intención de seguir ayudando a los demás, pero lo que sí ha cambiado es que he dejado de olvidarme de mis propias necesidades, y si algo he descubierto, es que cuanto más cubra lo que realmente necesito, mucho más valor tiene lo que tengo para dar.

 

  • Mostrarnos vulnerables no es fácil pero es necesario para dejarnos ayudar y conectar de verdad con la gente. De esto he hablado en algún otro artículo, pero merece la pena recordarlo. La vulnerabilidad es parte de todo ser humano. Tendemos a pensar que sólo la tenemos nosotros, que los demás lo tienen casi todo resuelto, e incluso a veces esperamos que así sea… idealizamos a los demás, o evitamos compartir cierta parte que nos pueda volver más vulnerables, pero qué increíble cuando consigues tener el valor suficiente para mostrarte tal y como eres, con vulnerabilidad y todo, y permites que el que tienes en frente haga lo mismo: la conexión alcanza niveles mucho más ricos.

Aquí acaba la primera parte. Los otros 13 principios los compartiré dentro de poco… he decidido repartirlo en dos para que no resultara demasiado largo y que nadie se durmiera leyendo 🙂

Un abrazo. Gracias a todos por formar parte de este proceso tan increíble… sola no habría podido.

Ana

About This Author

Al terminar mi cuarto año de medicina tuve mi primer contacto con la quiropráctica, y al profundizar en su conocimiento encontré un nuevo sentido a todo.

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