El adiós a un compañero

  • 26 abril 2016

La vida a veces viene con grandes desgracias. Personas que nos dejan antes de tiempo, jóvenes y en la flor de la vida.

La muerte creo que nunca es fácil, pero sin intentar minimizar el dolor que sienten los más cercanos, quiero aprovechar esta oportunidad para mirar a la muerte de otra manera.

Lo primero agradecer a Mark, mi compañero, lo que me enseñó y los buenos ratos que pasamos. Un hombre de buen corazón y dos grandes pasiones: la quiropráctica y las motos. La segunda pasión se lo llevó el sábado pasado; así sin más. Un accidente como otros tantos que ocurren cada día y que nos dejan con el vacío y la pregunta ¿por qué?

La verdad es que no tengo la respuesta. La muerte es parte de la vida, de hecho, es la única parte que todos tenemos asegurada, pero nos sigue sorprendiendo, sobre todo cuando es inesperada y en alguien tan joven.

 

Creo sinceramente que no podemos engañarnos y pensar que por ser más espirituales o profundos vayamos a dejar de sufrir cuando perdemos a alguien. No se trata de forzar sino de ser valientes de sentir todo lo que esta tragedia nos trae.

 

¿Y si tal vez fuéramos capaces de ver la situación con otra perspectiva? ¿Y si le diéramos sentido a ese dolor? ¿Podemos tal vez aceptar que nuestro dolor es parte del proceso y no algo con lo que luchar? Y tal vez, ¿podemos ser valientes y sentir el vacío y la pena sin tener la respuesta al por qué?

 

Como todos, a lo largo de mi vida he perdido gente a la que me sentía muy unida y que ha dejado un vacío muy grande al marcharse. El dolor siempre ha estado ahí, más o menos intenso, pero también una serie de cosas que he aprendido a reconocer y agradecer. Tal vez un rayo de luz en una situación en la que sólo vemos oscuridad.

 

La muerte nos abre: son circunstancias en las que nos sentimos más conectados a los demás. Dejamos atrás las vergüenzas y nos fundimos en abrazos y en palabras de cariño con mayor facilidad.

La muerte saca lo mejor de nosotros mismos: no estoy diciendo que de normal no nos ofrezcamos a ayudar a los demás, o que no sintamos la empatía, pero la rutina y nuestros hábitos nos pueden y a veces damos por hecho las obviedades; los “te quiero”, los “para lo que necesites” etc…

La muerte nos recuerda que solo tenemos el momento presente: yo conocía a Mark y me puedo imaginar que al levantarse por la mañana no pensó “¿y si hoy es mi último día… qué haría? Hoy mismo puede ser nuestro último día para muchos de nosotros pero la mayoría de nosotros hacemos el avestruz, no lo tenemos en cuenta y seguimos posponiendo lo que realmente nos importa. Es una de las razones por las que parte de mí se alegra de que Mark muriera como murió. Encima de una moto, haciendo algo que realmente le llenaba. Si lo que realmente importa en la vida es la calidad de nuestros días, y no la cantidad, me alegro por él. Sabía buscar ese espacio para conectar con quien era. Para él era la moto… y ¿para ti? Hazlo ya 🙂

La muerte nos une: recuerdo con todo el cariño del mundo cómo las veces que hemos perdido gente en mi familia se han organizado, como de la nada, cenas de primos, reuniones y espacios donde poder compartir las alegrías y las penas. Ahora ha pasado lo mismo. Sólo siento gratitud por todas esas personas, compañeros nuestros de profesión, que desde su amor por Mark y por respeto a su trabajo, se han organizado para cubrir su consulta y asegurar que sus pacientes siguieran teniendo acceso a lo que el valoraba tanto: el ajuste quiropráctico.

La muerte nos da perspectiva: pensad en las preocupaciones del ayer y luego observar cómo esas preocupaciones se convierten en tonterías cuando nos toca la muerte. Todo se recoloca y las cosas que verdaderamente importan salen a la luz: el amor, la gente que nos rodea, el servir desde nuestra propia abundancia y el vivir el momento presente. Lo demás, problemas que realmente solo tenemos entre nuestra oreja derecha y la izquierda. Solo ahí… en la cabeza.

 

Os dejo, pero no sin antes aprovechar y deciros a todos aquellos que os habéis suscrito a mi blog y que me leéis regularmente que os quiero. No os conozco a muchos de vosotros, pero entiendo querer como desear lo mejor para alguien, y sin duda os deseo lo mejor. Como dice uno de mis mentores, os quiero porque queréis lo que yo quiero, y de alguna manera sé que compartimos filosofía de vida si “coincidimos” en este blog.

Gracias a todos de corazón, a todos aquellos que me escribís para darme vuestra opinión, a todos aquellos que recomendáis el blog y que lo compartís y a todos aquellos que simplemente lo leéis.

 

Os dejo con una frase que creo viene al pelo:

 

sé que estás triste, así que no te diré que tengas un buen día. En vez de eso te voy a recomendar que simplemente tengas un día. Sigue vivo, cuídate, ponte ropa cómoda y no te des por vencido todavía. Esto mejorará. Hasta entonces, ten un día

 

Para tí Mark. Vuela amigo…

About This Author

Al terminar mi cuarto año de medicina tuve mi primer contacto con la quiropráctica, y al profundizar en su conocimiento encontré un nuevo sentido a todo.

Comments are closed