La decisión más importante de mi vida

  • 23 noviembre 2015

Una vez más os abro mi corazón…

Einstein dijo hace unos cuantos años, que la decisión más importante que todo ser humano tiene que hacer en algún momento es decidir si el universo es un sitio amable u hostil.

Racionalmente, es decir, con la cabeza, siempre he sentido que el universo es constructivo y amable. Las leyes universales, la naturaleza… tiene cierto orden. Las plantas crecen hacia arriba, son capaces de atravesar el asfalto y seguir creciendo, unos animales mueren para que otros puedan vivir, y la naturaleza en general tiende al equilibrio. Creo sinceramente que hay una inteligencia en el universo que hace que todo tenga sentido (lo veamos o no) . Al fin y al cabo, es posible que la gacela proteste por la injusticia que supone que le coma un león, pero nosotros, con otra perspectiva, somos capaces de entender que es parte vital del ciclo de la vida.

 

Como decía, es posible que racionalmente muchos de nosotros creamos que todo tiene un sentido, que todo pasa por nuestro bien y que al final, todo va a salir bien. El reto no es entender eso… creo que si miramos hacia atrás, la mayoría de nuestras crisis se han convertido en nuestras mayores bendiciones. Lo que crecimos, experimentamos y llegamos a entender gracias a una crisis es posible que no lo hubiéramos conseguido de otra manera.

El reto no está en entender eso, sino en ser capaces de recordarlo y de vivirlo en el momento de la crisis.

 

Dejadme que os cuente una pequeña historia.

Con 14 años tuve mi primer ataque epiléptico. Años de medicación y de miedo hasta que descubrí la quiropráctica y un nuevo paradigma de vida, una nueva visión de mi cuerpo y la adquisición de un estilo de vida que me ha permitido dejar la medicación y permitir que mi cuerpo viva mucho más consciente y reparándose.

 

La Quiropráctica y su filosofía me cambiaron la vida. Dejé de centrarme en tapar ataques y empecé a centrarme en estar más sana, que mi cuerpo funcionara mejor para que fuera capaz de luchar contra la enfermedad desde dentro. Repararme y curarme.

 

El martes pasado, después de 9 meses desde que empecé a dejar la medicación, nada mas levantarme, y cuando me preparaba el desayuno para disfrutar de un merecido día de descanso, tuve un ataque estando sola en casa.

 

No han pasado ni 6 días desde entonces y os aseguro que he pasado por todas las fases que se os podáis imaginar…

  • Empecé sintiendo la rabia, la pena, la decepción por todo el esfuerzo realizado hasta ahora.
  • Luego llegó la culpa y la pena por el sufrimiento que mis ataques causan en los que me rodean
  • Luego empecé a sentir los efectos del ataque a nivel físico, y tuve que armarme de valor para sentir el dolor físico que un ataque genera: golpes, cansancio absoluto, dificultad para hablar etc…
  • Luego llegó la vergüenza. Vergüenza por haberme dejado ver en mis momentos más bajos y vulnerables. Sí, rodeada por personas que me quieren, pero ¿a quién le gusta enseñar todas sus debilidades, no?
  • Luego vino la culpa por no haber sido capaz de evitarlo. Por haber llegado a niveles de agotamiento tan grandes sin escuchar a mi cuerpo.
  • También estuvo presente el miedo a no saber lo que va a pasar. Miedo a no ser suficiente y que la gente dejara de quererme por lo que me había pasado.
  • También ha habido momentos bonitos. Detalles de mucho cariño por parte de familiares, amigos y compañeros de profesión. Sensación de ser muy querible y querida, gozo dentro de la adversidad y sobre todo, redescubrir una valentía y fuerza que sólo aparece en los momentos duros.

 

En algún momento durante estos días y gracias a lo que considero mi familia y mi tribu, he conseguido recordar la máxima en la que creo; que el universo es constructivo y amable, y sobre todo, que no creo tanto en las casualidades como en las causalidades, y que tal vez todo esto fuera una manera que tiene mi cuerpo de recordarme lo que realmente me importa en mi vida; mis valores, mis creencias y quién soy realmente.

 

Os voy a ser sincera: esta semana no ha sido nada fácil pero no la cambiaría por nada. Me he dado cuenta de que la epilepsia no es algo con lo que tengo que luchar. Se ha convertido en el mejor barómetro para saber si estoy viviendo la vida que he nacido para vivir; me está ayudando a descubrir quién soy realmente y qué es lo que realmente valoro en esta vida, y lo mejor de todo es que sé que ahora tengo una manera de saber si me estoy alejando de quien soy realmente.

 

Corro peligro cuando dejo de pensar en mí, cuando espero que los demás rellenen un vacío dentro que sólo yo puedo llenar, cuando me dejo guiar por los consejos de los demás que no están alineados con quién yo soy realmente, cuando me olvido de qué me hace feliz, de mi propósito y de los grandes talentos que me ha ofrecido la vida… sé que corro ese peligro pero ahora soy capaz de ver cuándo me alejoy eso me ofrece la oportunidad de vivir una vida más coherente con quién soy y mucho más consciente de lo que me rodea.

 

Sé que queda mucho camino por recorrer. Sé que tengo muchísimo que aprender, pero creo que esta semana y esta experiencia han supuesto un giro de tuerca vital en mi vida.

 

Ha llegado el momento de comprometerme conmigo misma. Dejar de luchar contra la enfermedad y centrarme en generar salud, escuchar a mi cuerpo y recuperar aquellas cosas que me hacen feliz.

 

A todos se nos olvida a veces. Perdemos el norte. Vivimos cada día con el piloto automático encendido. Nos centramos más en los resultados, en la ambición, en nuestras posesiones, lo que hacemos, las personas que nos rodean… como si todas esas cosas fueran las que nos definen y dejamos de preguntarnos las cuestiones que realmente importan:

  • ¿quién soy?
  • ¿para qué he venido?
  • ¿cuál es mi propósito?

Preguntas cuyas respuestas SOLO están dentro de nosotros y que tenemos que aprender a escuchar. El cuerpo y nuestra vida nos susurra cada día… algunas veces, como a mí la semana pasada, nos grita. Yo, esta vez he escuchado y he decidido que es momento de cambiar. Un pasito más… nada más.

 

Deseo de corazón que tengáis el valor de escuchar, de sentir y sobre todo, de actuar en consonancia. Que no os valga con tapar y hacer como que no está ahí… sois grandes, tenéis grandes talentos que el mundo necesita, y no hacemos ningún favor a nadie jugando a ser pequeñitos…

Requiere valor, eso sin duda… pero creo que entre todos, ayudándonos unos a otros, podremos.

 

Contad conmigo. Estoy en este camino con vosotros. Nadie puede dar un paso por otro, pero tal vez sí acompañarnos y estar ahí unos para otros.

 

Yo por mi parte seguiré haciendo lo que pueda para ser consecuente con quién soy, coherente con mis valores, y dar la mejor versión de mi mismano ser la mejor en el mundo sino la mejor para el mundo… a veces habrá que ser fuerte, y a veces habrá que mostrarse vulnerable…

 

Ya sólo con recordar que el universo es constructivo y que me apoya, me vale. Si el mundo es constructivo, todo aquello que me pasa, me guste o no, es por mi bien. Haré el esfuerzo de aumentar mi conciencia e intentar ver por qué me pasa lo que me pasa y cuál es la gran lección.

 

Suerte compañeros. Nos vemos por el camino.

About This Author

Al terminar mi cuarto año de medicina tuve mi primer contacto con la quiropráctica, y al profundizar en su conocimiento encontré un nuevo sentido a todo.

Comments are closed